La velada inició con una imponente performance del violinista venezolano radicado en España, David Moreira, quien luego de iniciar con un solo que se paseó por diversas tonadas, fue acompañado por Miguel Siso, en el cuatro; Néstor Viloria, en la guitarra; Diego "El Negro" Álvarez, en el cajón; y David Peña "El zancudo", en el bajo. Moreira invitó a su compatriota Goyo Reyna para uno de los temas.
Tres chicas venezolanas, Keyla Pineda, Elisa Álvarez y Leonor Cortez, bailaron el tema Loco caballero. Tras la apertura hubo un intermedio, que lució más un bache de producción.
Aires de ronda, una rondeña, y de inmediato Antojo -nombre del espectáculo- en la que Antonio Canales hizo su primera aparición. De movimientos sinuosos y lentos, guardó los más enérgicos para el final de su interpretación. Los cantaores descalzos y vestidos de blanco alternan en el tablao con el artista. El sonido en general estuvo bien, mas el tablao no se escuchó bien.
Mónica Fernández, invitada especial del bailaor, casi le roba el protagonismo. Tiene actitud, fuerza, carisma en escena. La delgada bailarina interpretó dos palos flamencos, incluido Heridos de amor.
El bailaor regresó con el último palo, una soleá, en la que bailó con el pelo recogido y luego se lo soltó. De negro total, se quitó la chaqueta para luego volvérsela a colocar, al revés. Se notaba emocionado... cansado.
Antonio Canales luce como el artista consagrado que aún prueba las mieles de sus años dorados. La juventud que reina en sus músicos y bailarinas, es una muestra de que da paso a las generaciones de relevo y eso merece un aplauso.
EU
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