El escritor José Napoleón Oropeza presidió el Ateneo de Valencia entre 1991 y 2007. Después de haber ido a trabajar a sus instalaciones durante 16 años consecutivos, ahora se niega a poner un pie en su vieja sede, de la que salió en medio de un conflicto laboral que derivó en la toma de 2 edificios y que, casi un lustro después, dio origen al recién inaugurado Museo de Valencia.
¿Visitará el nuevo Museo de Valencia? Realmente no lo he visitado ni pienso hacerlo. No paso ni alrededor de la manzana porque son muchas cosas las que ocurrieron en estos años. En esa toma los empleados convirtieron un caso laboral en un problema político. Desconozco el decreto del ministerio, no sé lo que dice su texto.
Lo que sí celebramos es que por lo menos se haya tomado una idea nuestra: hacer un museo. Confío en la buena fe de Fabiola Sequera, a quien designaron coordinadora de la institución. Es una excelente funcionaria, a quien conozco como artista. Sé de su responsabilidad porque fue parte de la junta directiva del Ateneo de Valencia; es dedicada y muy seria. Por otro lado, me parece un exceso catalogar a los empleados como custodios patrimoniales, porque todas las obras del ateneo son patrimonio y fueron puestas en peligro. Los tomistas arrojaron libros incunables a la calle. Hay pruebas de que eso ocurrió con piezas que fueron donadas por mi familia, cerca de 1.000 libros, de los cuales 700 fueron recogidos por personas cuyo nombre me reservo. Hablo de 15 cajas que fueron halladas en la calle.
Me traje a casa esos libros con mucho dolor. Poco después se los entregué a la rectora de la Universidad de Carabobo mediante un oficio, con la autorización de Elis Mercado, el actual presidente del Ateneo de Valencia.
¿Por qué quería hacer un museo si ya era difícil mantener un ateneo? Es una idea que venimos sugiriendo desde los años noventa, cuando en la Galería de Arte Nacional se hizo una retrospectiva del Salón Michelena con motivo de la celebración de su 50° aniversario. La razón es que la colección necesitaba ser estudiada no sólo por los aportes que ha dado al país el Salón Michelena sino también por la riqueza de sus obras. El proyecto lo presentamos en 1996, con una intervención de Roberto Guevara y Bélgica Rodríguez en una reunión nacional de museos, a la que asistieron invitados internacionales.
El museo cuenta con 750 obras, pero el ateneo tenía más de 1.000. ¿Qué pasó con las que faltan? ¿Hay inventarios previos al que acaba de hacer el Iartes de las piezas que quedaron en la institución? Jamás llegué a tener nada que fuera del ateneo en mi casa, ni siquiera documentos, pero eso quedó registrado. No puedo decir el número exacto pero hay una confusión: puede ser que en el inventario que hizo el Iartes sólo se tomen en cuenta las obras del Salón Michelena, y omitieran quizás las piezas que están guardadas en el Centro Piloto Luis Eduardo Chávez. Allí hay donaciones de Esdras Parra y de mi persona, y obras en comodato. En todo caso, hablamos de más de 1.000 piezas.
El centro piloto está integrado por 2 casas que son propiedad del ateneo. Desconozco qué han hecho en ese centro piloto; escuché que habían puesto un Mercal. Además de las piezas premiadas, la Colección Michelena posee donaciones, adquisiciones y obras en comodato que yo dejé allí debidamente registradas. Tuve 3 registradores desde que asumí las funciones de presidente.
¿Es posible que las piezas que faltan hayan sido cedidas en préstamo y aún no han sido devueltas? Puede verificar con los funcionarios que los préstamos de obras eran una cosa que se llevaba a cabo de manera estricta: se firmaba un contrato de préstamo y se cumplían los lapsos establecidos para la devolución. Las personas que desempeñaban esa labor en el museo eran muy celosas con los procedimientos y hacían un trabajo honesto.
No debe haber ninguna obra prestada que no haya sido devuelta, pueden haberse extraviado en la toma o puede que no estén debidamente registradas. Pienso que todas las piezas de la colección están en el ateneo; no creo que las hayan sacado, pero a lo mejor peco de inocente. Hay que hacer un registro sincero de las adquisiciones. A los herederos de Luis Eduardo Chávez se les compraron obras; él fue un gran protector del salón e iba a donar toda su colección pero no se concretó, así que quise resarcir ese hecho comprando piezas a los herederos.
Hay unas cuantas obras y dibujos que deberían estar allí.
Se dice que durante su gestión se extravió un dibujo de Picasso. Hace años se perdió un autógrafo de Picasso, un dibujo que nos hizo excusándose porque no podía participar en la Exposición Internacional, con motivo de los 400 años de la fundación de Valencia, en 1955. Había sido invitado por Oswaldo Vigas, que en esa época vivía en París. Cuando asumí la presidencia ya esa obra no estaba en el ateneo y me hicieron ver como el responsable. Fue una intriga que tramaron otras personas que no tenían nada que ver con la institución y querían desprestigiarnos.
¿El mantenimiento de la institución y sus costos se les salieron de las manos a la asociación civil? Realmente hicimos los contactos para solucionar los problemas. Se mantuvieron las exposiciones. Sin embargo había una deuda de seguro social porque se retrasaban los subsidios de parte del Gobierno nacional. La empresa privada daba ayuda para ciertos proyectos, no para pagar pasivos laborales, pero eso no justifica que hayan tomado las instalaciones.
¿Por qué no se solucionó el conflicto en 2008, cuando Henrique Salas Feo asumió la Gobernación?
Pienso definitivamente que el interés del gobernador era recuperar el edificio anexo que había construido la Gobernación, pero por lo demás no se hizo ninguna diligencia.
No se llegó a un acuerdo para solucionar el conflicto.
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