El 18 de julio de 2000, un confuso gol parecía quebrar la historia. En esa fría noche en Montevideo, Daniel Noriega y Giovanni Savarese buscaron al mismo tiempo en el área un balón que terminó en el arco de Uruguay. El tanto, anotado de manera oficial a la cuenta de "Cari Cari" (Savarese también la tocó), se produjo al minuto 23 del encuentro y colocó arriba en el marcador a Venezuela, 1- 0 sobre los charrúas.
Era algo impensable. Para todos los presentes esa noche en el Centenario, el tanto fue un shock. Para los pocos venezolanos, una alegría inconmensurable. El júbilo vinotinto duró poco. Cinco minutos después, Nicolás Olivera emparejó la pizarra y luego llegarían dos goles más de los anfitriones. Era una época de sueños breves para Venezuela en el fútbol, de conformarse con perder por poco o de celebrar algún gol en medio de esas derrotas. Esa noche, por un instante, la ilusión pareció posible. Y lo fue, sólo que empezó a ocurrir justo después.
Esa derrota 3-1 fue la última que le pudo propinar Uruguay a Venezuela en eliminatorias.
12 años han pasado y los celestes siguen sin encontrar la manera de sacar los tres puntos que antes daban por seguros en su ruta al Mundial.
Y desde ese revés, la serie particular entre las dos selecciones en todos los partidos, amistosos y de competencia, es favorable a la Vinotinto. Había razones para entusiasmarse y no sólo conformarse con asustar a los uruguayos en su campo, como lo hizo "Cari Cari" aquel día.
En esta historia, que abarca hasta el empate del sábado en el Centenario con el tanto de Salomón Rondón, hubo puntos altos y bajos. Uruguay llegó a sentir que la Vinotinto era su "bestia negra" entre 2001 y 2006. Fueron cinco años de gozo para la afición venezolana, que incluso llegó a exagerar su confianza en este duelo particular. En ese período, la selección nacional ganó dos partidos de eliminatorias y empató uno, además de vencer en dos amistosos. Uno de esos triunfos del premundial fue el Centenariazo, la goleada 3-0 en 2004 que significó el punto más alto de la Vinotinto hasta la presente eliminatoria y la humillación más grande para los charrúas.
Pero luego llegaría la venganza del rival. Primero en un amistoso en Montevideo que rompió el yugo venezolano con un 4-0 contundente, y luego con el golpe más duro que podía encajar la Vinotinto: la derrota 4-1 en San Cristóbal en los cuartos de final de la Copa América 2007, nada menos que en casa.
La igualdad que no se rompe
Después de esos episodios victoriosos de lado y lado, se ha instaurado una paridad increíble entre los dos enemigos.
Desde aquella Copa América en Venezuela 2007, todos los partidos se cuentan con empates. Dos en la eliminatoria pasada, en la ruta a Suráfrica 2010, y ahora el más reciente en la capital uruguaya en el camino a Brasil 2014. Nunca dos selecciones de la región habían igualado cuatro veces consecutivas en premundiales (al contar también la igualdad 1-1 en 2005).
Y como Paraguay le negó a la Vinotinto la final de la pasada Copa América 2011 en Argentina, este duelo con los charrúas no sumó ningún capítulo en ese torneo el año pasado.
El seleccionador César Farías quería su final contra Uruguay, así que se tomó el choque del sábado como esa compensación. Y aunque no varió la tendencia reciente entre estos rivales, el empate supo a victoria, a resultado trascendental. Y tenía que ser ante el rival que ha sido parte integral de la historia del auge venezolano en los últimos 11 años.
La segunda vuelta de esta fase de clasificación coloca en agenda un choque más, en tierras criollas, contra Uruguay. ¿Será el que acerque a la Vinotinto al Mundial?.
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