"Hay que revisar el papel de los salones de arte"

lunes, 4 de junio de 2012


Alberto Asprino muestra un rectángulo dorado sobre un fondo anaranjado. No se trata de una obra de arte, sino de una especie de amuleto, de ritual. "Esto lo usan los chinos para pedir deseos, porque ellos no usan velas sino papeles que queman. Lo hacen para dar gracias, para celebrar, para ofrendar a los muertos. Uno escribe los deseos, dobla el papel y lo enciende. Son cientos y toneladas de papel que queman a diario".

 La anécdota da pie para conversar sobre las obras de arte que han sido destruidas por el fuego, o de la tentación que tienen algunos (incluso los propios artistas) de destruir creaciones por motivos fútiles.

Asprino comparte este año la curaduría del Salón Jóvenes con FIA, que llega a su decimoquinta edición. La mayoría de ellas se han llevado a cabo durante el gobierno de Hugo Chávez.

--¿Le ha provocado alguna vez quemar una obra de arte?
--Muchas. Hay un museo en España que no tenía presupuesto y decidieron quemar obras como una manera de llamar la atención, de provocar y de sensibilizar a la gente ante esa necesidad que estaba sufriendo la institución. Decir que hay que quemar las obras mal planteadas es lo que uno a veces quisiera responder cuando se está en la difícil tarea de seleccionar a los participantes de un salón, pero más que destruir una obra yo atacaría (en el sentido metafórico, por supuesto) a los jurados, la piedra angular de las selecciones, sean buenas o malas.

--Son 15 ediciones de Jóvenes con FIA. ¿Cuál es el balance del salón hasta ahora?
--Si uno compara el salón de arte con la edad del ser humano, se supone que los 15 años son de apertura, de salir al ruedo, de fortalecer los deseos genuinos y espontáneos de querer ser. Creo que Jóvenes con FIA ha tenido un propósito de querer ser en el sentido de aportar a la trayectoria del arte venezolano, y muy específicamente a la necesidad de mirarnos hoy. Es una mirada joven, fresca, puntual, pero muy determinante de lo que somos.

--¿Jóvenes con FIA logra llenar el vacío que dejó el Salón Pirelli?
--Cuando se aspira a llenar vacíos se corre el riesgo de perderse en lo que otro dejó o no hizo. Creo que el Pirelli surgió en un momento muy puntual de revisión de lo que estaba pasando en la escena del arte joven, que apenas estaba aflorando, como también los salones que auspició el Museo de Arte Contemporáneo. Todos los jóvenes encontraban un espacio en el museo para mirarse. Creo que hay la necesidad de renovar y refrescar la escena, pero partiendo de los referentes ya existentes. Jóvenes con FIA no llena un vacío, porque el Pirelli tenía un objetivo desde el museo. Una diferencia importante es que el Pirelli se consolidó con un solo curador.

Creo que si algo tiene Jóvenes con FIA es que es una historia contada por muchas personas, reúne muchas formas de ver, pensar y cuestionar.

En los primeros 14 años ha habido 14 curadores, lo que quiere decir que allí no había una hegemonía. Si algo es interesante de esta experiencia es que cada edición renovaba o complementaba la anterior.

Jesús Fuenmayor fue el primer curador del salón, después vino María Luz Cárdenas (que este año repite junto con Asprino); ha pasado gente como Félix Suazo, Federica Palomero, Guillermo Barrios, Lorena González, Gerardo Zavarce... Gente de todas las generaciones.

--Al ser un salón promovido por un grupo de galerías, las que participan en la Feria Iberoamericana de Arte de Caracas, ¿estamos hablando de un espacio para mostrar obras comprometidas con el mercado?
--En ningún momento las galerías se han metido en la orientación o dinámica que cada curador ha asumido en cada edición. Mi experiencia fue institucional, mas no limitante. Fui curador en un momento en que hubo ese cambio de sede del Ateneo de Caracas al Centro Cultural Corp Banca, había la expectativa de un gran espacio, de hacer una reflexión sobre lo que pasaba en el país. Por eso en esa oportunidad quise establecer puentes entre las regiones del interior, que siempre están incomunicadas.

--Casi toda la historia del salón ha sido escrita durante el chavismo. ¿La polarización se ha sentido en Jóvenes con FIA?
--Si en este momento el arte amerita algo es mantener su sentido libertario. Eso significa que hay que ver las obras de arte más allá de las personas que las crean. Parto del principio de que si hablamos de artistas chavistas o antichavistas le negamos al país la oportunidad de ver una realidad.

--Pero se dice que quien expone en centros culturales afectos al Gobierno no entra en las galerías y viceversa.
--Me atrevería a asegurar que en los artistas jóvenes eso no se siente. Hay algunos que exhiben en FIA y también participan en los museos porque la gente quiere reivindicar esos espacios, que son necesarios. En definitiva los espacios son del arte y no de una circunstancia política; en la medida en que se manejen con apertura, los enfrentamientos serán dejados de lado para representar la idea de país que tenemos.

--¿Por qué un salón 2.0?
--Urge la necesidad inmediata de revisar el papel de los salones de arte en el país, porque después de todo son una de las ventanas más importantes para el crecimiento del arte, para el conocimiento de los artistas y la necesidad de la confrontación en el buen sentido. El 2.0 es una renovación. La convocatoria fue espontánea, pero recogimos casi 70 portafolios. La mayoría de estos artistas vienen del interior del país. Por eso hay que tirar puentes. El interior necesita no legitimarse acá, sino que su eco se sienta más allá de su propio entorno y creo que el 2.0 abre una oportunidad no sólo de evaluar las obras sino de conocer más hacia dónde quieren ir los artistas. El entorno del curador, que es muy cerrado, se amplía desde la red.


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