La voz de "acción" se ha multiplicado en estudios de cine y comunidades

lunes, 13 de febrero de 2012

Este 28 de enero, cuando el cine nacional cumple 115 años, técnicos, actores, realizadores y hasta directores de instituciones relatan el repunte que tiene en la actualidad el séptimo arte en el país y cómo la pasión cinematográfica se ha expandido por las comunidades de Venezuela.
Con 25 años de carrera en la actuación, Yugui López empezó en el teatro y luego llegó al cine, y durante esos años confiesa que no ha visto "un momento tan bueno" de la gran pantalla nacional como el que se vive en la actualidad.
La primera película donde participó fue Disparen a Matar (1990), de Carlos Azpúrua, luego pasó un tiempo sin actuar en otras, sin embargo, en esta última década el ritmo ha sido distinto: trabajó en el largometraje de ficción Hora Menos, de Frank Spano, que se estrenó el año pasado, también actuó en La Hora Cero, de Diego Velasco, y en El Rumor de las Piedras, de Alejandro Bellame Palacios y grabó hace poco Azul rosa y no tan Rosa, de Miguel Ferrari y La ley, de Juan Pablo de la Barra.
"Pienso que una de las cosas positivas es que se están viendo otras lecturas, otras miradas. Ahora se está mirando para otros lados, antes se tocaba siempre la miseria", expresó.
Desde la Distribuidora Nacional de Cine, Amazonia Films, su presidente Víctor Luckert, revela una cifra que muestra el interés creativo que existe en el país, en cuanto a producción audiovisual se refiere.
En 2011, el Centro Nacional de Cinematografía (Cnac) recibió más de 400 proyectos cinematográficos que aspiraban financiamiento, cifra que duplica a la del año anterior.
"Hay nuevas generaciones, mucha gente joven que comienza a participar en el sector", expresó, y agrega que ahora existe más dinero para financiar y que parte de los recursos van dirigidos a la formación.
Además, destacó que entre los factores que influyeron en el incremento de producciones están la modificación de la Ley del Cine en 2005, la creación del Fondo de Promoción y Financiamiento del Cine (Fonprocine), que se nutre con los impuestos que pagan empresas ligadas a la distribución y exhibición cinemagráfica, y el nacimiento de la Fundación Villa del Cine. "Aquí se marca una nueva época en la cinematografía nacional", dijo.
Por su parte, el sonidista Carlos García, desde el año 1979, está metido en el mundo del cine y en su trayectoria no ha vivido peor época como la de los años 90, década que califica como "catastrófica" para los trabajadores del área.
"Siempre fue muy inestable el trabajar en cine. No había dinero, un año se hacía una película y dos años más tarde otra. Teníamos que resolver trabajando para comerciales, haciendo unitarios para televisión o grabando entrevisticas".
Pero el panorama cambió a partir del año 2006, García cuenta que con la Ley de Cine y la creación Fonprocine la producción se ha estabilizado. El año pasado, el sonidista trabajo como técnico en la película Memorias de un Soldado, de Caupolican Ovalles hijo, en 2009 estrenó un documental sobre el escultor criollo Alejandro Colina, y recientemente el Centro Nacional de Cinematografía (Cnac) le aprobó el financiamiento de otro film, esta vez, sobre uno de los pioneros de la radio en el país Alfredo Cortina.
"Ahora ha crecido la producción y eso ha permitido que nosotros crezcamos. Se han producido muchísimas películas en los últimos 10 años, hay más trabajo y eso permite mejorar la calidad de vida", dijo.
Destacó que así como se incrementó el número de películas también aumentaron cualitativamente las producciones. "También hay mayor participación de la juventud, anteriormente nosotros nos íbamos poniendo viejos y no veíamos relevo, ahora el cine tiene como un boom de jóvenes, todos quieren hacer cine".
Uno de estos jóvenes es el documentalista Carlos Gómez; desde los 16 años anda escribiendo cuentos, guiones y probando con una cámara fotográfica, y a sus 35 ya ha hecho varios cortometrajes sobre su natal Guárico. Actualmente tiene en mente una película más ambiciosa ambientada en el llano.
Para Gómez, el séptimo arte ha repuntado no solo en las grandes producciones sino también del lado de las comunidades. "Ha habido un apoyo a la producción comunitaria, talleres donde participan muchachos y muchachas, maestros de escuela, teatreros, cultores".
El realizador de cortometrajes como Vegueros o Koribel, que hablan de la vida del llanero, valoró que en el país se hayan conformado las Unidades de Producción Audiovisual Comunitaria (Upac) que hacen énfasis en la formación en función a la identidad propia.
Apuntó que en Guárico existen al menos 10 UPAC que cuentan con el apoyo del Laboratorio de Cine del Cnac y que lo sabroso de vincular a las comunidades en el quehacer cinematográfico es que ellas mismas cuentan sobre su entorno y no es un cineasta que llega a un pueblo a hacer una película
Se ha dicho que se vive el momento de oro del cine nacional, el año pasado más de 15 largometrajes criollos fueron estrenados sin mencionar los cortos, mediometrajes y producciones realizadas por directores consagrados y noveles. Pero más allá de las cifras lo que más queda en la pantalla y en la mirada de los espectadores es la identidad nacional.

AVN

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