El cine venezolano ha estado varias veces a punto de obtener un premio Goya a la Mejor Película Iberoamericana, pero no lo ha obtenido, y este año, con "Reverón" de Diego Rísquez, no fue la excepción.
Sin embargo, el momento es propicio para repasar las actuaciones del quehacer fílmico nacional en la trayectoria de este importante galardón, una de las catapultas que pone a brillar las cintas hispanas en el mapa cinematográfico del mundo.
El Goya comenzó a entregarse en 1986, y ese mismo año, "Pequeña Revancha" de Olegario Barrera figuró entre las nominadas.
Para la cuarta edición, en 1990, "Aventurera" de Pablo de la Barra también logró la nominación a la Mejor Película Iberoamericana.
De allí en adelante, han estado entre las cuatro últimas finalistas "Jericó" de Luis Alberto Lamata, en 1992; "Disparen a matar" de Carlos Azpúrua, en 1993; "Golpes a mi puerta" de Alejandro Saderman, en 1994; "Sicario" de José Ramón Novoa, en 1996 y "Amaneció de golpe" de Azpúrua, en 1999.
Cambia el siglo y cambian dos cosas: nuevo gobierno en Venezuela y más participación de filmes en los Premios Goya. Lo primero trae consigo cambios en las políticas culturales, situaciones internas particulares en el país, modificación en la institucionalidad gubernamental -de Conac a Viceministerio de Cultura y luego a Ministerio de Cultura- y puesta en marcha de la Villa del Cine y de la Distribuidora Amazonia.
Lo segundo, tiene que ver con que los países hispanoparlantes aumentan su producción fílmica: más allá de los tradicionales México y Argentina, comienzan a figurar cintas importantes de Chile, Colombia, Uruguay, Perú, Cuba, entre otros, lo que hace que la preselección de una película venezolana se haga cuesta arriba.
Es así como no vemos figuración de producciones nacionales en las ediciones de 2000 a 2007, a pesar de que hubo trabajos importantes, entre los que se pueden mencionar "Manuela Sáenz" de Diego Rísquez, "Punto y raya" de Elia K Schneider, "Secuestro Express" de Jonathan Jakubowicz, "Elipsis" de Eduardo Arias-Nath y "Miranda" de Luis Alberto Lamata; entre otras películas.
El silencio de los Goya para las producciones venezolanas termina en 2008 cuando resulta preseleccionada "Postales de Leningrado" de Mariana Rondón.
Para la edición siguiente, la número 23, le tocó el turno a "El enemigo" de Lamata, director que repetió en 2010 con "Taita Boves", con lo cual ha resultado ser el cineasta venezolano con más nominaciones y preselecciones a este galardón hispano.
2011 no le trajo ni un pestañeo a la producción fílmica nacional, y fue ahora, con "Reverón" de Diego Rísquez, cuando volvieron las ilusiones. Sin embargo, al ver que entre las cuatro finalistas no quedó ni el aroma del mar del Macuto reveroniano, las ilusiones se disiparon.
EU
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