Bailarines profesionales se abren camino gracias a otras disciplinas

sábado, 18 de agosto de 2012


Del oeste al este de Caracas, y viceversa, se moviliza diariamente Luis Villasmil para atender sus compromisos profesionales. No usa carro particular ni transporte público, sino que contrata los servicios de un amigo mototaxista para hacer frente a las colas capitalinas y llegar a tiempo a las casas de sus clientes en Los Palos Grandes, a quienes les da clases de pilates personalizadas, o al gimnasio Downtown Fitness Center en La Hoyada, donde dicta lecciones grupales.

A pesar de que las clases de pilates son su principal soporte económico, Villasmil no se dedica exclusivamente a eso. Es bailarín profesional de danza contemporánea, egresado delInstituto Universitario de Danza (hoy Facultad de Danza de la Universidad Experimental de las Artes). Ésa es su verdadera profesión y a ella dedica horas, pero para poder cultivar su cuerpo necesita desarrollar una actividad que le permita costear sus gastos.

Aprendió el método creado por Joseph Pilates hace seis años, cuando viajó a Viena para estudiar danza en el Festival Impulse Dance. Cuando regresó a Venezuela se dio cuenta de que había un boom del sistema de entrenamiento: muchos querían aprenderlo, así que pensó que si se certificaba podría tener un ingreso para hacer lo que más le gusta, bailar.

"No podemos vivir de la danza porque no nos da dinero, así que tenemos que buscar otras alternativas. En mi caso fue el pilates. Empecé como instructor en Zona Pilates. En la formación de danza contemporánea uno ve principios de ese método, pero no profundizas en los fundamentos. Ahora he complementado mis conocimientos", manifiesta el bailarín que pertenece a los grupos Espacio Alterno y Neodanza.

Aunque le tomó cariño a ser instructor de pilates, Villasmil cuenta que en un principio era mal visto por otros bailarines que pensaban que era como traicionar su esencia.

El problema, confiesa, es que cuando terminan de estudiar danza son pocos los campos de trabajo que hay en el país.

"Como tres o cuatro personas de mi generación aún nos dedicamos a ejercer la danza, pero muchos compañeros se dieron cuenta de que no podían vivir exclusivamente de eso.

Aparte de que debes tener todas las condiciones físicas y de espacio hay que pensar que no importa si vas a pasar hambre, porque es algo que te llena".

Villasmil dice que muchos de sus compañeros, después de culminar los estudios de danza, hicieron una segunda carrera. "Otros guardan esa sensibilidad y se dedicaron a la terapia o la educación infantil; algunos dan clases de otras técnicas relacionadas con el movimiento corporal, como el yoga, la esferokinesis, la gyrokinesis y el strecthing", agrega.

El fuego interno
La bailarina de danza contemporánea Hilse León, que coordina a los instructores y la academia de Zona Pilates, comparte la opinión de Villasmil sobre lo difícil que es dedicarse por completo al ejercicio de su profesión sin el apoyo económico necesario. Ella estudió en la academia Macrodanza, en la escuela del Taller de Danza Caracas y en Danzahoy, y forma parte de la agrupación Caracas Roja Laboratorio, que dirige su esposo, Rafael Nieves.

"Empecé con el pilates porque le ofrecieron a mi esposo estar en el estudio, pero él no quiso y me lo ofreció a mí. Al principio me cuestioné mucho, pensaba que le estaba vendiendo el alma al diablo, que lo que tenía que hacer era dedicarme a bailar todo el día, pero después me di cuenta de que este método no está peleado con la danza. Ambos se complementan.

La danza me dio la posibilidad de poder abordar un cuerpo y el pilates me ha dado el estudio minucioso de la anatomía", manifiesta la profesora de primero y quinto año de Técnicas de Danza Contemporánea en Unearte.

La bailarina, hija de la actriz Hilda Blanco y del director del grupo de teatro Los Monigotes, José León, considera que las nuevas generaciones quizá tendrán más apoyo gracias a nuevas iniciativas del Estado.

"Para ser artista hay que tener un fuego interno que no te desvíe, eso es difícil cuando no tienes la plataforma que te respalde. Ahora hay unas estructuras que dan cierto apoyo, como la Fundación Compañía Nacional de Danza y el Instituto Universitario de Danza. Sin embargo, hay una contraparte: constituir grupos pequeños y mantenerlos es más difícil, porque de alguna manera ponerse al nivel del ofrecimiento económico del Estado es imposible. Lo ideal es que ambos trabajen en alianzas".

Compromiso
El caso de Ahína Figueroa, de 28 años de edad, es distinto al de Luis Villasmil e Hilse León y otros tantos artistas de la danza contemporánea. Ella es bailarina de ballet clásico y tiene un trabajo en su área desde hace 12 años como integrante del Ballet del Teatro Teresa Carreño.

A pesar de que tiene un sueldo fijo como parte del grupo, con el que ha participado en montajes de clásicos como El cascanueces y Romeo y Julieta, ha estudiado otras disciplinas de la danza para aumentar sus ingresos. "Lamentablemente los artistas de este país vivimos por el arte. Tengo la ventaja de que cobro quince y último en la compañía de ballet, pero quien quiera vivir sólo de eso no puede hacer planes para futuro, tiene que inventársela de alguna manera y especializarse para estar más cómodo.

Tengo cuatro años como instructora en Zona Pilates y me siento comprometida. Además de que me ha dado una holgura económica, me ha ayudado a reforzar mi trabajo como bailarina. Ahora soy más fuerte, flexible, ágil, tengo mayor capacidad de reacción y, en caso de lesiones, el cuerpo está más prevenido para el entrenamiento".


EN

0 comentarios:

Publicar un comentario

 
Zoom, Arte&Cultura © 2011 | Diseñado por Pedro Piña