El cinetismo fue alguna vez el arte del futuro, pero si en lugar de un movimiento fuera una persona ya tendría unas cuantas canas y arrugas y quizás no querría andar moviéndose sin cesar por ahí, sino que buscaría la tranquilidad. Gisseline Amiuny lo sabe, pero va a contracorriente de las voces agoreras que le gritan que el futuro no está en el cubo o el cuadrado, en los fenómenos ópticos, la varilla ni en lo inmaterial. En lugar de ello la creadora traslada esas nociones al lienzo de hoy: el láser y la pantalla reflectante.
Amiuny se define como una artista que combina sin prurito lo cinético, lo geométrico, lo óptico y lo constructivista con los lenguajes digitales, que ganan cada vez más terreno. El mercado está de su lado. Llegó recientemente a las galerías de Caracas, Bogotá y Miami con sus cubos y cajas luminosas (en medio del segundo aire que vive la abstracción desde hace varios años). También participó en la Feria Iberoamericana de Arte, aunque se considera un talento emergente. En las colectivas le fue tan bien que presentará su primera individual el domingo, bajo el título Reflexiones, espacio y luz.
La creadora no cree que la última palabra del arte del movimiento se haya dicho en el ya remoto siglo XX. "Hay maneras de aportar un lenguaje diferente, una voz propia a esta tradición artística. Por el cinetismo, el arte óptico y la geometría se han paseado muchos artistas, pero mi obra se diferencia. Como las de los demás (Yaacov Agam, Victor Vasarely, Carlos Cruz-Diez, Jesús Soto y Alejandro Otero, por decir algunos nombres), es dinámica y participativa y permite interactuar al espectador, pero mi pincel es la luz".
Lo de Amiuny no es un cliché ni una metáfora que tomó prestada de los impresionistas, pues sus piezas tridimensionales y bidimensionales se enchufan en el tomacorrientes. Las 12 obras que integran la muestra tienen una base luminosa y son elaboradas en acrílico con técnica láser digital. "El uso de la luz en el arte cinético y óptico se ha dado de otra manera: con acrílicos pintados, esmaltes, pero yo utilizo un acrílico transparente y le doy vida con la luz que sale literalmente de ellas. Trabajo con Lex, que es un material ahorrativo y de mucha durabilidad", dice mientras supervisa el montaje de la exhibición.
Algunas de las piezas cambian de color. Ello le permite a la artista crear una atmósfera lúdica en la sala de la galería Graphicart, en la que los rojos, azules y verdes se alternan. En ese sentido la muestra se lee como una ambientación. "Me interesa la interacción dinámica con el espectador para que la obra no sea aburrida y lo atrape. Trabajo con el color para que una misma pieza sea en realidad miles de piezas", indica Amiuny, que aplica conceptos como el de secuencia (propio del mundo audiovisual) a sus creaciones, en un intento de romper con la naturaleza estática de la obra de arte.
Para la curadora de la exposición, Katherine Chacón, las piezas de Amiuny enfatizan lo lúdico. "Son encantadoras, justamente porque atrapan la mirada del espectador, que se queda presa en los juegos que establecen los volúmenes virtuales, las líneas rectas y curvas, las formas geométricas, las sombras y, sobre todo, la luz, elemento preponderante en el trabajo de la artista", escribió en el texto curatorial.
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