Festín de despedida

jueves, 24 de mayo de 2012

Para la selección nacional, la victoria contra Moldavia era una necesidad. Reencontrarse con un triunfo que sirviera como un bálsamo contra los cuatro partidos anteriores que habían culminado en derrotas, y llenarse del optimismo que proporcionan los lauros era un menester necesario.

Ayer, la Vinotinto accedió a un valor que hasta entonces desconocía: La jerarquía.

Ganó bien, un rival pequeño que complicó cuando llegó, pero que se perdió en su inocencia para defender y para definir.

Venezuela sacó su chapa de equipo suramericano, y los galones de sus elementos con más recorrido. En el primer tiempo fueron Miku, Mario Rondón, Juan Arango, Roberto Rosales y un mejorado y alegre Gabriel Cichero, los que pusieron las notas positivas. Pero la mención de honores se la llevaron dos piezas que serían determinantes en el desarrollo final del compromiso.

Edgar Pérez Greco mostró sus mejores galas, y fue un surtidor ideal para Miku y Mario, mientras que Luis Manuel Seijas tomó la batuta para comandar el ataque nacional, distribuyendo balones y anotando el gol que abrió la compuerta para la cascada del segundo lapso.

Ahí, las palmas se las llevó Salomón Rondón. El ariete del Málaga anotó dos goles de matador de área que refrendan su gran momento, aprovechándose además de sendos pases de jugadores que también estuvieron en el Mundial Sub 20: su compañero en aquella ofensiva, Yonathan Del Valle, y Yohandry Orozco.

Las modificaciones tácticas del seleccionador nacional abrieron espacio para ver un sistema similar al que utilizó en el Mundial de Egipto 2009, y la Vinotinto terminó el partido con cinco jugadores de aquella generación sobre el césped.

Además de "Salo", Orozco y Del Valle, también estaban Carlos Rivero y Francisco Flores.

El desparpajo de la selección y su fútbol agresivo del segundo tiempo también dejaron espacio para la aparición del arma predilecta del combinado nacional, la pelota parada, en la que nuevamente Oswaldo Vizcarrondo fue el ejecutante final de la maniobra con la que Venezuela halló el tercer tanto.

Al final, hubo fiesta, celebración y tranquilidad. La primera victoria del año llegó contra un rival europeo, la selección se llena de moral y de ilusión, y los mete en la maleta junto a las innovaciones tácticas, para esgrimirlos como argumentos principales contra Uruguay en el Centenario de Montevideo.


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