María Casiraghi (Buenos Aires, 1977) ficciona la realidad. La escritora argentina, una de las invitadas extranjeras a la VIII Feria Internacional del Libro de Venezuela (Filven), fabrica sus historias a partir de hechos verídicos. Los transmuta, los cambia, hace literatura con ellos. Como si fuera un Dios que crea su propio mundo.
La autora sureña tomó sus recuerdos de un viaje a la Patagonia para recrear una zona que queda más allá del olvido. Así escribió Nomadía (Monte Ávila editores), un libro de cuentos que presentó el pasado lunes en el Teatro Teresa Carreño. Veintidós relatos cortos en los que contó eso que el periodismo no le dejó contar.
Ya la advirtió en el prólogo la propia periodista, que antes había publicado un libro de retratos de ese mismo viaje que hizo en el año 2000. "Tal vez por la rapidez de los tiempos de escritura y edición (...) o por encontrarme aprisionada en el género periodístico, pienso que no pude volcar toda la densidad y complejidad de las vidas retratadas", escribió la narradora, que también tiene dos poemarios en Argentina.
Por eso fue hacia la ficción, por aquello de que, a veces, la literatura muestra mejor la realidad que el periodismo. "La realidad fabrica las historias. Y las distintas percepciones de una misma realidad hacen que no sea unívoca ni inmutable. Eso es lo que a mí más me interesa, las ramificaciones que tiene la realidad. Y en la literatura encuentro eso", dijo la escritora, que ha colaborado en guiones cinematográficos.
Casiraghi lo que quieres es escribir. En el papel plasma las ideas que le cuesta expresar al hablar. "Yo estudié periodismo antes que Letras. Estudiaba para escribir, aunque no sabía qué quería escribir. Quería relatar historias. Todo ser humano tiene las suyas", explicó la autora de Escamas del silencio, que estuvo en tres actividades de la programación de la Filven.
Vida nómada
Ya se ha dicho que la literatura es un viaje, que permite conocer otros mundos, que te da la posibilidad de vivir otras vidas. María Casiraghi lo sabe. Lo retrató en Nomadía. Una pareja de ancianos que espera el regreso de un hijo que no volverá, una familia que realiza una danza para provocar una lluvia que no alivia, un hombre del campo que sólo puede comunicarse con su hija a través de mensajes en una grabadora. Relatos -algunos poéticos, otros anecdóticos- que invitan a habitar un territorio incierto.
"Hoy en día, el que no viaja también conoce el mundo. La imaginación te puede llevar a muchos lugares. Aunque estos cuentos están basados en hechos reales, podía haber imaginado otros", dijo la autora. "Quería trasmitir de cada personaje un montón de historias y traté de condensarlas".
Y, por eso, la argentina coincide con Fernando Pessoa, que decía que no necesitaba viajar para escribir, que para eso tenía la creatividad. "Todo escritor tiene algo de nómada. Incluso aquellos que pasan toda la vida en un mismo lugar. El estar imaginando historias, para poder narrar, te saca de donde estás. Yo, en Buenos Aires, soñaba con esos lugares que ya había visitado hace tiempo. Al escribir me trasladaba otra vez a la Patagonia. Y cuando leo me pasa lo mismo. Los lectores también somos nómadas".
Así, Casaraghi escribe. Hace y lee literatura. "Todos necesitamos historias. La literatura no es solo leer, sino expresarse. Por eso nunca va a morir. En una sociedad que se ha vuelto muy individualista, la literatura comunica, conecta a las personas", explicó la escritora, que ya está por publicar su primera novela (El país de las manzanas). "La literatura es necesaria incluso para quienes no la utilizan. Muchos de los entrevistados en la Patagonia me decían que le hubiese gustado saber leer", concluyó. Fueron las mismas personas que la inspiraron para sus historias.
EU
0 comentarios:
Publicar un comentario