La pasada Feria del Libro de Guadalajara reunió a Mario Vargas Llosa y a Herta Müller. El último Festival Hay Cartagena tuvo a Carlos Fuentes y a Sergio Pitol. Premios Nobel y Cervantes al lado de lectores, músicos o actores. Mientras las principales ferias de Latinoamérica se convierten en grandes encuentros culturales, en Venezuela apenas van más allá de la venta de ejemplares.
La Feria Internacional del Libro de Venezuela (Filven), que se inaugura hoy en Bellas Artes, tendrá a Uruguay como país invitado. Eso sí, no estará Eduardo Galeano, que había sido anunciado a principios de año por los medios de esa nación. En su lugar vendrán Hugo Achugar, Milton Fornaro o Rosario Peyrou, desconocidos para el venezolano común.
Alberto Barrera Tyszka estuvo en México a finales del año pasado. Allá presentó su novela Rating. "Uno podía ver una cantidad de autores de muchos países. Eso le da a la feria una imagen distinta. En ese sentido, somos una experiencia provinciana comparados con Guadalajara. Aquí todavía son tímidos todos los intentos", indicó el autor de La enfermedad.
La ausencia de autores internacionales reconocidos no es el único problema. También la falta de innovación, que hace que las ferias se repitan a sí mismas. Willy Mckey sabe de eso. "La responsabilidad no es solo de la organización de la feria, sino de los escritores invitados a participar, que podemos agenciar los cambios en un tono más creativo", contó el poeta, que asistió a la de Guadalajara.
Allá, en el país azteca, llevó -junto con Elena Cardona y Roberto Martínez Bachrich- Hemos venido a hablar del otro, una semblanza poética de la literatura venezolana. "Hay que replantearse la manera de ver la literatura. Nuestra propuesta fue una 'performance-ponencia-ensayo-mutante' que tenía fotografías, música, videos, que es la manera con la cual nos relacionamos con el acto literario en cierto espacio", agregó el autor de Vocado de orfandad.
Otro tema es la politización de las ferias. Por ejemplo: en la que organizó Fundarte, a mediados del año pasado, apenas hubo dos editoriales privadas. "Más que politizado, se han balcanizado. Se han fragmentado en pequeñas ferias parroquiales o municipales, como la de Baruta o de Miranda. Y se han politizado porque la producción del libro también fue hacia ese lado", dijo Mckey.
Sergio Dahbar también cree que la polarización llegó al sector literario. "Hay que tener claro que el gobierno convirtió su feria en otra cosa. Una feria doctrinaria que vende libros que le interesan al Estado con una postura ideológica alrededor de ello", dijo el periodista, que estuvo como invitado en el último Festival Hay Cartagena.
El autor de Gente que necesita terapia asegura que todos los intentos locales resultan fallidos. "Lo que hace el sector privado, por falta de recursos, no son ferias. Son ventas de libros. Las editoriales sacan algunas novedades y ya. Los eventos terminan siendo pobres. Es un esfuerzo valioso, pero que está muy lejos de ser una feria como las que hay en América Latina", concluyó Dahbar. Así, las ferias venezolanas se quedan en unas grandes librerías.
IVÁN DIÉGUEZ: "NECESITAMOS LA COLABORACIÓN DE TODOS"
Caracas tiene cinco ferias del libro al año. La de Sucre, la de Chacao, la de Baruta, la de Fundarte y la Filven. Todas se hacen al aire libre, en las plazas principales de cada municipio. Ahí se reúnen editoriales y expositores a ofrecer su mercancía, lejos de la variedad de opciones que ofrecen las principales ferias internacionales.
La Cámara Venezolana del Libro (Cavelibro) aporta su colaboración en todas ellas. "Una feria como la de Guadalajara tiene 25 años. Tiene ese calibre producto del tiempo. Cuenta, además, con el apoyo de las industrias privadas y públicas. Y todo eso impulsa al desarrollo de eventos. Es una cuestión de recursos. Por ejemplo: aquí carecemos de un recinto ferial que nos obliga a tomar otros espacios", dijo Iván Diéguez, presidente de Cavelibro.
El directivo, al igual que Sergio Dahbar, cree que para mejorar se necesita un esfuerzo colectivo. La inclusión de todos, sin importar la ideología. "Necesitamos la colaboración y la participación de todos. Nosotros tuvimos el año pasado de invitada a la directora de la feria de Guadalajara. Nos hablaba acerca de que ahí estaba involucrado el Estado, la industria privada, múltiples empresas patrocinan. Es un asunto de país".
Esto es lo que hay
La falta de recursos, en Venezuela, obliga adaptarse a las circunstancias. "Nuestros agremiados se comprometen en la participación. Hay un esfuerzo editorial de presentar novedades de otras latitudes. En el caso de que se pueda, se traen autores internacionales. El mundo del libro es un mundo muy amplio. Cada editorial tiene su forma de trabajar", agregó Diéguez, que ya labora en la organización de la IV edición Festival de la Lectura Chacao.
Año tras año, cada feria intenta superarse. "Hay que tomar las experiencias para ir creciendo. Es un proceso de años para consolidarse. También hay un problema global de crisis económica. Lo importante es que se trabaja, que tratamos de incentivar la lectura y los libros en el país. Ojalá algún día podamos tener un evento al nivel de Guadalajara, Bogotá o Buenos Aires", concluyó Diéguez.
EU
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